Pronto hará diez años que comencé la búsqueda de documentación sobre el conocido Crimen de Cuenca. Dedicado al estudio del tratamiento del Crimen, y profesando en la mentada ciudad, los espíritus de ilustres conquenses me empujaban desde el mas allá para que de alguna forma aclarara el entuerto de un muerto, matado, enterrado y bien revivido, y del penar de unos pobres hombres por aquella causa que siempre se llamó Error. Error de la Justicia, Error de las gentes que habitaban aquella olvidada zona de La Mancha… Que si la Guardia Civil, que si los tiempos, que si esto, que si aquéllo… Eran muchos los pensamientos y más todavía las dudas y preguntas que me surgían sobre un suceso que marcó una época de nuestra historia reciente y una forma de hacer justicia. Así que me puse al tajo.

Guerras, hambre, revueltas sociales y políticas, caciques, más hambre, Leyes antiguas, procedimientos aún más antiguos, usos y costumbres malas, muy malas, más caciques, la incultura, la incomunicación de los pueblos, mucha más hambre, las grandes diferencias sociales… Todos son factores presentes en el momento del suceso y cada uno jugó su papel en el desarrollo de un crimen, que no siendo tal, entretuvo a la justicia un poco más de un cuarto de siglo, con varios procedimientos judiciales, comisiones visitadoras, jueces especiales, algún que otro espíritu inspirando las letras de Ramón J. Sender, y hasta gorrinas gordas y burros rucios. Todos tuvieron su parte de protagonismo en un suceso que, a mi juicio, constituye el primer gran caso mediático del siglo XX, que generó una corriente de opinión entre las gentes de la época, que primero convirtió a León y a Gregorio en reos y mártires de odios y desprecios y después los alzó hasta el pódium de los héroes. Y en el entremedio, determinó una sentencia que sumió a los dos protagonistas en lo más profundo del infierno durante muchos años.

Es el Crimen de Cuenca una verdadera enciclopedia de saberes, donde los conocimientos de la época en que se ubica, las formas de proceder de las Justicias, en su concepción más amplia, y el contexto socio-político nos explican claramente el porqué y el cómo de lo ocurrido, conformando un epítome de sapiencias cuyo conocimiento y estudio permiten entender, en gran medida, muchos de los problemas sociales actuales, los problemas a los que se enfrenta la justicia y los entresijos de una política que, trascurridos más de cien años, se sigue ejerciendo en los mismos términos. Sí, mis queridos lectores, transcurrida una centuria no hemos aprendido de nuestros errores y seguimos cometiendo los mismos yerros.

Y claro, según se iba desarrollando la investigación, me fui dando cuenta de que el Crimen de todos los Crímenes no lo era tal. En todos los sitios cuecen habas, y poco a poco pude acercarme a otros que a lo largo y ancho de nuestra patria acumulaban similares características, demostrando que Cuenca no era la única capital del crimen. Resulta que fueron muchos los yerros de los Tribunales de Justicia y que el delito era el pan de cada día para un número ingente de nuestros compatriotas. Y muchos los casos que cada día llenaban decenas de planas de revistas y periódicos en un desfile de pícaros, matones, asesinaores, pistoleros, ladrones, estraperlistas, envenenadoras, anarquistas, terroristas, y más, muchos más. Terminada la investigación, que muy pronto tendrá forma de libro, mostrar esa España es la razón del blog. Y no otra, que nadie piense mal, que me he propuesto acercar la noticia criminis de algunos de los delitos más conocidos del primer tercio del siglo XX, y a través de ellos, proponer otra forma de entender un pedazo de nuestra historia.